A vueltas con la huella de carbono

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Hacer comparaciones válidas de los impactos ambientales de diferentes tipos de bolsas de compras puede ser complicado. Varias organizaciones han realizado Evaluaciones de Ciclo de Vida comparando unas bolsas con otras, que proporcionan información útil, pero ésta se debe contextualizar bien. A veces, se utilizan estos estudios como arma arrojadiza de unas bolsas frente a otras, confundiendo al consumidor y más si escoge un solo estudio como eje de toda la argumentación que se considerable favorable a los intereses de cada uno. Debe recordarse que los resultados de cada estudio están influenciados por el alcance de las fases que se incluye en el ciclo de vida, la calidad de los datos, las suposiciones y la metodología empleada.

Si en un estudio analizamos solo el proceso de fabricación de una bolsa, sin tener en cuenta el origen y huella de carbono de la obtención de la materia prima con la que está fabricada, o sin medir la biodegradabilidad o su impacto en el entorno natural si la bolsa es abandonada en el medio ambiente o el número de reutilizaciones que admite en su uso o la capacidad de las veces que su material puede ser reciclado antes de su fin de vida o qué pasa como residuo cuando se convierte en basura, los resultados que vamos a obtener son parciales y engañosos para erigirlos como huella de carbono total de la bolsa elegida.

La huella de carbono de un producto debe analizar el conjunto del ciclo de vida y en este sentido, el papel como material cuenta con unas características que definen un gran comportamiento medioambiental:

  • Materias primas locales, naturales y renovables
  • Para fabricar papel se plantan y cultivan árboles en plantaciones que están continuamente regenerándose y replantándose
  • Las plantaciones para papel absorben CO2 (48 millones de toneladas de CO2 equivalente fijadas en España) que queda almacenado en el papel y el almacenamiento se va alargando con los sucesivos reciclados
  • Si una bolsa de papel por error es abandonada en el medio ambiente, se biodegrada de forma natural en un periodo de 3 a 5 meses sin dañar los campos, los ríos o los mares.
  • Reducido consumo de agua, solo el 5-10% del agua utilizada en la fabricación de papel se consume en el proceso y el resto se devuelve depurada. El uso de agua en las fábricas española se ha reducido en más de un 50% desde 1990
  • Descarbonización en los procesos de producción de nuestra industria trabaja para alcanzar la neutralidad climática: las emisiones totales de CO2 del sector en España han pasado de 4,8 millones t en 2003 a 3,5 millones t en 2019
  • En España el 80% de los residuos del proceso papelero se valorizan (valorización energética en fábrica, materia prima en otras industrias, uso directo agrícola, compost…)
  • La fabricación de todo el papel que un español consume al año (148 kilos) produce menos CO2 que un viaje en coche Madrid-Santander-Madrid.
  • La bolsa de papel es reciclable y se recicla masivamente, la fibra de celulosa de una bolsa admite hasta 7 ciclos de reciclado, con el consiguiente ahorro de materia prima nueva.
  • La industria papelera española garantiza el reciclaje en España de todo el papel y cartón recogido selectivamente, que cumpla con los estándares europeos de calidad.

Con estos antecedentes la bolsa de papel presenta una huella de carbono negativa, es más ecológica como avalan diferentes estudios.

Fuente: labolsadepapel.com