Hacer comparaciones válidas de los impactos ambientales de diferentes tipos de bolsas de compras puede ser complicado. Varias organizaciones han realizado Evaluaciones de Ciclo de Vida comparando unas bolsas con otras, que proporcionan información útil, pero ésta se debe contextualizar bien. A veces, se utilizan estos estudios como arma arrojadiza de unas bolsas frente a otras, confundiendo al consumidor y más si escoge un solo estudio como eje de toda la argumentación que se considerable favorable a los intereses de cada uno. Debe recordarse que los resultados de cada estudio están influenciados por el alcance de las fases que se incluye en el ciclo de vida, la calidad de los datos, las suposiciones y la metodología empleada.

Si en un estudio analizamos solo el proceso de fabricación de una bolsa, sin tener en cuenta el origen y huella de carbono de la obtención de la materia prima con la que está fabricada, o sin medir la biodegradabilidad o su impacto en el entorno natural si la bolsa es abandonada en el medio ambiente o el número de reutilizaciones que admite en su uso o la capacidad de las veces que su material puede ser reciclado antes de su fin de vida o qué pasa como residuo cuando se convierte en basura, los resultados que vamos a obtener son parciales y engañosos para erigirlos como huella de carbono total de la bolsa elegida.

La huella de carbono de un producto debe analizar el conjunto del ciclo de vida y en este sentido, el papel como material cuenta con unas características que definen un gran comportamiento medioambiental:

Con estos antecedentes la bolsa de papel presenta una huella de carbono negativa, es más ecológica como avalan diferentes estudios.

Fuente: labolsadepapel.com

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